sábado, 23 de septiembre de 2017

Rosh Hashaná y Equinoccio 2017

 Rosh Hashaná y Equinoccio 2017

Por Adolfo y Patricia Ordóñez
Importancia de los Equinoccios
Este año hemos tenido un inicio inusual de la Primavera en el hemisferio Sur, y del Otoño en el hemisferio Norte. Este punto de cambio estacional, está marcado por uno de los dos equinoccios anuales. En efecto,  el reciente equinoccio ha coincidido con Rosh Hashaná, fecha del Año Nuevo Judío, cuyo nombre significa 'Cabeza del Año' que, simbólicamente, es un momento de máxima intensidad anual. Esta coincidencia, refuerza el sentido de ambos eventos. A continuación, explicaremos la importancia de ambos -equinoccio, y Rosh Hashaná-, porque desde una mirada simbólica, las coincidencias nunca son 'casuales', sino significativas. Es decir, son 'sincronicidades' (en el sentido de Carl Jung).

Sabemos que durante el 'Equinoccio' (del latín, 'igual noche'), la noche y el día tienen exactamente la misma duración. Este lábil punto de equilibrio anual, es vivido como un 'tironeo' crítico entre las dualidades conocidas: Consciente/Inconsciente,
Luz/Sombra,
Espíritu/Materia,
Vida/Muerte,
Actividad/Receptividad,
Sueño/Vigilia,
Catabolismo/Anabolismo (o asimilación y descarte), 
Oriente/Occidente, etc.
Este momento anual tiene una analogía con las pausas inspiratoria  y espiratoria que suceden a la inspiración y la espiración (respectivamente) en el ritmo respiratorio; así como también, con el despertar o el momento de dormirse, que separan a la vigilia del sueño, y viceversa.
Dícese en las tradiciones espirituales-esotéricas, que esos momentos, tanto en la pausa respiratoria, como durante el estado de entresueño o duermevela, y en los equinoccios, hay un 'intersticio o portal' que conecta dos planos, dos dimensiones transversales entre sí. Por ejemplo:
1) en el Yoga, donde es bien conocido el proceso: inhalación (puraka), retención o pausa con pulmones llenos (kumbhaka sahita antara), exhalación (rechaka) y retención o pausa con pulmones vacíos (kumbhaka sahita bahya).
2) en la Kabaláh, la cual enseña que en Rosh Hashaná se establece un 'puente' o intersticio entre el signo de Libra -relacionado a la Ley, en particular, las ligadas al 'Tikún' o 'reparación' kármica-, y el de Aries, a través de los cuatro diferentes sonidos del Shofar producidos por cuernos de carneros, animales que simbolizan a Aries). Es decir, es un punto de conexión entre dos cualidades opuestas (Libra y Aries).
Del mismo modo, los equinoccios, son puntos críticos anuales durante los cuales tenemos la posibilidad de conectarnos por un día -en este caso- con dos reinos o dimensiones radicalmente distintos. Y que depende de cómo vivamos dicha conexión, ya sea como un inconsciente tironeo caótico e irreconciliable entre opuestos, lo cual nos dejará a merced de todo el 'rigor' del karma, o bien como una consciente oportunidad de 'suavizar' o 'dulcificar' la cuota kármica anual que recibiremos (en la medida en que nos sea permitido).
Además, es bien conocida la inspiración de ideas creativas durante el estado de transición entre la vigilia y el sueño. O el aprovechamiento por parte de los yogis de las citadas pausas que intermedian entre los momentos de exhalación e inspiración, para adentrarse en dimensiones anímicas no ordinarias de nuestra conciencia. Del mismo modo, durante el equinoccio, esa tensión dual, nos estimula a una conexión particular con otras dimensiones vitales y anímicas, de acceso restringido en otros momentos del año.
En el caso del equinoccio de Primavera en el hemisferio Sur, y de Otoño, en el Norte, se da comienzo
al tránsito por el signo de Libra (equi-librio), signo de la Balanza, 'regido' por Venus, y también por Saturno, el cual se encuentra 'en exaltación' en Libra.
El signo de Libra, vinculado a la Justicia, está relacionado con el accionar de lo que en el Hinduismo se denomina los Cuatro Maharajas, los 'Escribas Cósmicos' (o 'Lipikas'), que van registrando minuciosamente las acciones de cada ser humano, las cuales quedan 'inscriptas y selladas' en los Registros Akáshicos. De ahí que Saturno, vinculado al Karma (Ley de restitución del Orden y el Equilibrio, equivalente al Tikún kabalístico), se encuentre vinculado a Libra. 
Por su parte, en relación a Venus,  para Platón, la tríada de la Bondad, la Verdad y la Belleza, constituían el Sumo Bien. Entonces, en la famosa tríada platónica se trasluce la relación entre Venus (planeta cuya función arquetípica está vinculada a lo axiológico, al sentido de los valores) y Libra.
Libra, el signo de la Justicia, la Verdad y la Belleza, que inicia con el equinoccio, suele ser el signo en el cual anualmente 'cae'   Rosh Hashaná .

Rosh Hashaná 5778
El calendario judío es interesante, porque es Solar-Lunar , como también lo eran muchos calendarios de la antigüedad. 
Nuestro calendario gregoriano occidental solamente es solar (es decir, se rige únicamente por el registro de la traslación de la Tierra alrededor del Sol). 
El calendario islámico o el chino son lunares , es decir, se elaboran teniendo en cuenta los ciclos de la Luna (el regreso de la Luna a un mismo punto). Los calendarios lunares son útiles para la pesca, y para atender a los ritmos regulares de la naturaleza (mareas, menstruación, reproducción y gestaciones, cultivos, etc).
Simbólicamente, el calendario Solar nos conecta con lo que el astro rey representa: los poderes de la conciencia, y de la mente, con el ámbito racional, intelectual. En cambio, el calendario lunar, nos conecta con nuestros ciclos y ritmos corporales, y  con las  Fuerzas e información que porta la dimensión del Inconsciente anímico, así como con nuestro mundo emocional y del registro del sentir.
Por lo tanto, ambos son necesarios pues conectan con dimensiones distintas y complementarias unas de las otras. Separados, estimulan una percepción desbalanceada y disociada de la vida y la existencia.
A modo de comentario, observemos el enfrentamiento existente entre Oriente y Occidente (y viceversa). Y cómo los calendarios de cada hemisferio nos conectan  con dimensiones diferentes de nuestra constitución vital.

Rosh Hashaná y Equinoccio
La Kabaláh nos enseña que durante Rosh Hashaná, y hasta Iom Kipur, en el décimo día después del
Año Nuevo, días que se corresponden con las diez Sefirot del Árbol de la Vida, desde Kéter, hasta la décima de Maljút es posible una renovación vital. En el sentido, de que no sólo durante esos diez días es liberada desde niveles sagrados y trascendentes una 'energía- propósito' renovadora para el año que inicia; sino que también, según cómo vivamos esos diez días (meditando, atendiendo profundamente a nuestros procesos internos y externos, o todo lo contrario, desconectados y enajenados), los seres humanos tenemos la oportunidad o no, de que ese karma, esos registros mnénicos sutiles, akáshicos que van determinando nuestro porvenir, se vean modificados (mejorados, o lo contrario), porque el ser humano es un co-creador, y su constitución es fractal con la del universo.
La coincidencia de estos dos puntos críticos (Equinoccio y Rosh Hashaná) y de 'cruce', de cambio en la dirección de las energías anuales, marca un hecho intensamente significativo.  Por tal motivo, está indicando que vendrá un año muy fuerte, muy intenso, en el cual las dualidades (implícitas en el sentido del equinoccio), se verán fortalecidas y enfrentadas, y el desafío consistirá en hacer un salto integrador, sintetizador de las mismas. Vivimos épocas de enormes cambios planetarios y la posibilidad de modificación de nuestros destinos en estos momentos, es decir, de elegir un camino de Luz, o un camino de Sombras; un camino hacia un orden de mayor integración, o el camino hacia una desintegración e incremento del desorden, es muy grande. Y por lo tanto, es importantísimo estar atentos y colaborar con el proceso. Los seres humanos necesitamos de la asistencia divina para cambiar, pero a su vez, esas instancias sagradas necesitan de nuestro esfuerzo para poder hacerlo. Toda comunicación es un proceso de dos vías.


Grado Sabiano en el cual se dio Rosh Hashaná

Siempre es interesante, frente a hechos astronómicos/astrológicos, observar el grado sabiano en el cual caen. Porque el grado zodiacal es portador de un sentido y cualidad rectora que nos brinda información acerca del sentido o propósito de dicho acontecimiento.
En este caso, Rosh Hashaná cayó en el grado 30 de Virgo:
"Un falso llamado no es escuchado, mientras un hombre se encuentra completamente dedicado a cumplir su servicio."
Los símbolos sabianos no son ni positivos ni negativos, depende de cómo nos conectemos, de cómo resonemos con esa cualidad, será su efecto sobre nosotros. Ana Lía Ríos (*) sabiamente, orienta: "El oráculo está indicándole que es un momento donde lo primordial es estar atento para discernir entre lo esencial y lo que no lo es."
Preguntémonos con una mano en el corazón, a qué rey servimos: ¿Al del Cielo o al del dinero? ¿Al del estar atentos al bienestar de la totalidad, o alimentar nuestro narcisismo? ¿A facilitar el diálogo constructivo frente a las diferencias, o a instigar el odio separativo? ¿Continuar con una existencia vana llena de superficialidades, o madurar y colaborar con las necesidades terrestres?¿Estamos ejercitando este discernimiento cotidianamente? Pues esto es lo que nos solicita este Rosh Hashaná. No son épocas para distraídos. Es necesaria la masa crítica que preste atención a lo esencial. Nuestro planeta su existencia están en juego. Gaia nos necesita.

Por último...
Es curiosa la coincidencia  pitagórica (numerológica) del Año Nuevo judío,  con el próximo año nuevo gregoriano. Ambos terminan en 8. Este número tiene una connotación dual extrema.
Ocho es el Número que simboliza al Tetragrammaton (IHVH = 26 = 8), a Cristo (888), y también a los 'milagros'. Pues el 'siete', caracteriza a la ley del trabajo para llegar a la meta, caracteriza a los ritmos de la naturaleza y a su constitución (septenaria): siete planos, siete chakras mayores, siete colores, siete notas, siete modalidades energéticas que cualifican nuestro carácter. El ocho, señala una liberación de la Ley de la existencia, que da lugar a manifestaciones que parecen milagrosas porque provienen de una dimensión que está más allá de ésta: La resurrección, la renovación vital. 'Acostado', representa al símbolo de lo infinito.
Sin embargo, Ocho también es el número con que se denomina a la '8° esfera', nombre metafórico que indica el destino de los seres impíos, crueles, desalmados. Ocho es el número de la casa astrológica vinculada a los secretos, el Poder, la manipulación, la Muerte, los conflictos por enfrentamientos consecuentes al fracaso del diálogo y reconocimiento y aceptación de las diferencias (Casa 7°), y el deseo oscuro de aniquilar al otro.
Como vemos, el ocho 'se las trae', no es un número de 'medias tintas'. ¿Con qué nos conectaremos cada uno de nosotros en este Año que acaba de iniciar?


(*) Ana Lía Ríos, "Oráculo Astrológico", Editorial Kier



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